viernes, 16 de enero de 2009

Cuentos encadenados. Beatriz



A una playa solitaria, arrastrado por el oleaje, llegó una vez un viejo barco abandonado. Abandonado por el capitán Rodolfo.Rodolfo era un capitán malo y feo. Tan feo como su hermano. Pero su hermano era bueno como la gente de aquel pueblo. El pueblo era muy bonito. Bonito porque todo era de oro. El oro era espectacularmente verdadero. Verdadero como las monedas. Las monedas de ese pueblo eran preciosas como las mañanas. Una mañana Rodolfo fue a robar todo lo que había de oro en el pueblo. El pueblo esa mañana de la derrota apareció apagada. Tan apagada como el fuego. El fuego que pegó Rodolfo empezó a robar oro de todas partes. Partes como las casas, las iglesias, los castillos...
En el castillo estaba el hermano bueno de Rodolfo y ayudó a toda la gente de aquel pueblo. Y el pueblo al cabo de tres días ya se había recuperado de la derrota de Rodolfo. Rodolfo fue encarcelado por su hermano y los habitantes del pueblo de oro. Oro como con el que arreglaron todo lo robado y derruido.


Beatriz Rosario Ojeda

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