viernes, 9 de noviembre de 2007

Cuentos en familia "Cuando los ojos no ven más allá"

Todas las mañanas es la misma batalla en la casa de Paula, su madre siempre despertándola para que vaya al colegio y ella con un berrinche porque no se quiere levantar. Paula es una niña la que no le gusta mucho estudiar, para ella el mundo ideal es aquel en el que no hay escuelas y los niños se pasan todo el día jugando, cantando y… ¡Sin estudiar!
Un día, Paula se quedó dormida, cuando se dio cuenta de que ya era muy tarde se vistió a toda prisa, se colgó su mochila y salió disparada para el colegio. Cuando llegó al colegio se dio cuenta de que no había nadie, tocó en la puerta, pero nadie le contestó. Despacio, se asomó a la ventana y las luces estaban apagadas. Paula corrió hasta las canchas pero tampoco había nadie. Una lágrima cayó lentamente por la mejilla de Paula, pues pensaba que todos se habrían ido de excursión y se habían olvidado de ella.
Paula lloraba y lloraba desconsoladamente. De repente, Paula oyó una voz lejana que repetía su nombre una y otra vez, hasta que comenzó a oírla cada vez más fuerte y más cerca. La niña muy asustada preguntó:
-¿Quién me llama?
- Estoy aquí, en esta piedrita de aquí abajo –contestó la voz-
-¿Dónde?
Cuando Paula bajó la mirada no se lo podía creer sentado en una piedra delante de ella había un pequeño niño, pero… no era un niño normal... ¡Era un duende!
- Mi nombre es Yadiel -dijo el duendecito-
Paula no salía de su asombro Yadiel tenía las orejas puntiagudas, los pies muy grandes e iba totalmente vestido de verde con un gorro y una varita roja que resplandecía cuando él hablaba.
-He venido aquí para enseñarte una cosa, me han dicho que no te gusta estudiar y que odias ir a la escuela.
-No es que odie la escuela -dijo Paula- es que estudiar no sirve para nada.
- ¿Para nada? Si eso es lo que crees dame tu mano que te voy a enseñar una cosa.
Paula dudó, pero algo dentro de ella le pedía a gritos que le diera la mano al duendecillo. Cuando la niña le dio la mano al duende comenzaron a salir estrellas de la varita mágica que se movían en círculos alrededor de los dos. Paula estaba asombrada, cerró los ojos y cuando los volvió a abrir ya no estaba en el patio del colegio sino que estaba en medio del desierto.
-¿Yadiel, estamos donde yo estoy pensando?
-Sí, en África.
- ¿Y porqué estamos tan lejos de casa?
-Ya lo verás, confía en mí.
Paula y el duendecillo caminaron y caminaron por el desierto hasta que por fin llegaron a un pequeño poblado.
-Tengo que cambiar mi forma para pasar desapercibidos
Yadiel giró la varita hacia él y de repente comenzó a crecer y crecer. Paula estaba asombrada. Cuando llegaron al poblado fueron hasta la escuela pero su sorpresa fue que este colegio no se parecía en nada el de Paula. Era muy pobre estaba hecho con ramas de árboles y palos y dentro no tenía piso sino que era de tierra y los niños iban casi sin ropa y sin zapatos.
Paula muy asombrada se acercó a una niña y le dijo:
-Hola me llamo Paula ¿y tú?
- Yo me llamo Kabara.
- ¿A ti te gusta esta escuela? Es muy pobre y además casi no tenéis libretas ni lápices.
- A mí me encanta el colegio, y tenemos lo que podemos, el problema es que somos muy pobres nuestros padres no tienen dinero para comprarnos mas cosas porque no hay ni para comer.
-¿No tienes ni para comer?
-No, además ya me tengo que ir a trabajar porque mi hermanito pequeño está muy enfermo y mis padres no tienen dinero para comprarle sus medicinas.
-¿TRABAJAR? –preguntó Paula muy sorprendida-
-Sí, yo quisiera estudiar pero tengo que dejar la escuela para que mis hermanitos puedan comer y comprarles las medicinas.
El duende Yadiel llamó a Paula porque se había hecho muy tarde y tenían que regresar.
-Kabara, te prometo que voy a estudiar mucho y que voy a ser médico para venir a curar a tus hermanitos y a todas las perdonas del mundo, quiero ayudar a que nuestro planeta, sea un planeta mejor.
-Muchas gracias Paula, si todo el mundo pensara igual que tú el mundo sería un lugar mejor. Gracias
Paula y el duendecillo dijeron adiós a todos y regresaron a casa. Por el camino la niña le dio las gracias al duende Yadiel por haberla hecho comprender que no todos tenemos la oportunidad de estudiar y que si nos brindan esa oportunidad hay que aprovecharla al cien por cien porque habrán muchos niños y niñas como Kabara que aunque quieran no pueden estudiar.
Desde ese día Paula es la primera en llegar al colegio y es la más estudiosa de su clase porque ella no olvida la promesa que le hizo a Kabara de un día regresar como médico para curar a todas las personas desfavorecidas del mundo y aunque no es un camino fácil, Paula sabe que es la mejor decisión que ha tomado.



Autoras: Beatriz Rosario Ojeda 4º
Juliana Suárez Perdomo

6 comentarios:

Anónimo dijo...

!Qué bonito tu cuento Beatriz!Porque nos ayuda a reflexionar y a valorar las cosas que tenemos a nuestro alrededor y que, como estamos acostumbrados a que estén ahí, muchas veces no las vemos. Gracias por regalárnoslo.

Anónimo dijo...

Hola Bea:

Tu cuento me ha dejado alucinada, eso de que los ojos ven más alla es muy raro pero que sepas que me ha gustado mucho.

Espero que sigas haciendo cuentos tan bonitos e interesantes como éste.

**Adiós**

Anónimo dijo...

Hola Bea:

Tu cuento está muy bonito. La parte que me me gustó más fue cuando viajaron a otro lugar.

¡Adiós!

Anónimo dijo...

Hola Bea y Juliana:

Su cuento me a impresionado muchisímo. Esta muy bonito. Lo mas que me gustó fue cuando la niña quizo estudiar y hacerle la promesa que le hizo a kabara que cuando estudiase iva ha hacer médica para curar a sus hermanitos y a todo el mundo y lo menos pos... Nada porque todo me ha gustado. Los felicito de verdad.

Adiós.

Anónimo dijo...

Hola, Bea tu cuento me ha gustado mucho,y mas por el mensaje que quieres mandar a todos los niños del mundo que no aprobechan las
oportunidades,que tienen o tenemos. Muchas felicidades y sigue escribiendo cuentos como este.

Adiós.

Anónimo dijo...

Hola Beita:
Tu cuento me a encantado y fastinado es muy bonito eso de`` los ojos no ven mas alla´´
Adios te escribo para darte la enora buena.